martes, 27 de septiembre de 2011

CHOTACABRAS "Maestro del camuflaje"


   

UN FANTASMA EN
 LA NOCHE

Tenía solo siete años cuando ya acompañaba a mi abuelo Pepe “El Moliner” en sus correrías de caza por los montes de Mira en Cuenca.
   Muchas veces, a nuestro regreso de la montaña, iluminados solo con la penumbra del crepúsculo, mis ojos descubren algún bulto más oscuro en el polvo blanquecino del camino, y conforme nos acercamos mi mente trataba de adivinar la realidad de aquella anomalía en la uniformidad del suelo.
  
Chotacabras pardo (Caprimulgus ruficollis)

 La conclusión de mis razonamientos, por mi experiencia, daban tres opciones: Una piedra, unos excrementos de alguna caballería o lo que más esperaba, una “Palomica ciega”, como le denominaba mi abuelo.
  Algunas veces teníamos suerte y cuando nos encontrábamos a pocos metros, repentinamente salió volando sin ruido alguno.
   Era un ave de mediano tamaño, como una tórtola, de costumbres crepusculares, que jamás había visto a la luz del día.
   Pasaron los años y mi formación faunística se fue ampliando, especialmente cuando me incliné por la fotografía de naturaleza y descubrí su imagen en los libros de ornitología. Se trataba del Chotacabras ( Caprimulgus  ….), “Fagot “en Pedralba, un pueblecito de los Serranos en Valencia.
   Dos especies muy parecidas revuelan por nuestra península Ibérica: el Chotacabras gris (Caprimulgus europaeos) y el Chotacabras pardo (Caprimulgus ruficollis)
Ahora, sumergido de pleno en esta afición ornitológica, he conseguido descubrir al pardo varias veces a la luz del día en los secanos de algarrobos o incluso en algún claro entre los naranjos o pinares.

¿Lo veis? Se encuentra justo en el centro de la fotografía

   Sinceramente, es muy difícil dar con ellos, dado el perfecto mimetismo de su librea y su inactividad diurna, camuflado perfectamente en el suelo o posado en algún tronco rugoso. Solo lo descubriremos cuando lo espantamos por acercarnos a muy corta distancia, con nuestra  consiguiente sorpresa.
   En primavera, a la caída de la noche, escuchamos su  canto penetrante “cuTOC-cuTOC” muy repetitivo, especialmente los días de fuerte Luna. Seguro que se encuentra sobre la rama de algún árbol dominante en la zona.
   Viene desde África para anidar en tierras menos cálidas y con abundancia de insectos, como tantas otras aves.

Chotacabras pardo vuela sobre el "nido"

   Se alimenta de insectos mientras planea por la noche. Los atrapa con su enorme boca, ayudado por una serie de cerdas, que utiliza como si fuera un embudo, una red.  Pero me da la impresión, de que además son sensores  para detectar las vibraciones de los insectos en vuelo.
   También atrapa los insectos que deambulan por el suelo, por lo que en algunas ocasiones podemos verlos en las carreteras, corriendo un evidente peligro.
   Si disimulamos al descubrirlo,  sin dejar de andar y mirando el lugar de su partida un poco de reojo, sin dirigirle en ningún momento nuestra faz, con suerte y si tenemos cuidado, podemos descubrir un par de huevos blancos,  moteados con manchas pardas, o en su defecto los pollos, más difíciles de ver por sus confusas pilosidades.

Al cerrar los ojos desaparece
   Si, no hay nido; no lo necesita. Solo se ha aproximado a algún tronquito y con su extraordinario camuflaje, burla a los depredadores. Solo tiene que cerrar los ojos para que no brillen, dejándolos  ligeramente entreabierto justo para vigilarnos. Porque debemos recordar que la vida se muestra especialmente en el brillo de los ojos.
  Es tal su confianza a su camuflaje, que si nos movemos sin demasiadas brusquedades, nos aguantarán hasta que nos encontremos a solo un par de metros y a veces menos.

   Si advierte que hemos descubierto los huevos o sus pollos, cuando nos hayamos alejado, volverá para llevarlos en la “comisura bucal” uno a uno, e instalarlos en un nuevo lugar. De todas formas, tiene mucha costumbre de cambiarlos, sin motivo aparente, muy frecuentemente a solo unas decenas de centímetros varias veces al día.
   No confundiros por el tamaño del pico, pues solo apreciamos la punta, pero su tamaño es impresionante, como ocurre con los vencejos.
   Si hemos delatado nuestro descubrimiento, podremos escondernos a más de 50 metros, con unos prismáticos, o mejor aún, con un telescopio terrestre más alejados  y con paciencia, tendremos la oportunidad de observar su regreso sin molestarle.
   Una vez ha comprobado la ausencia de peligro, llega planeando a poca altura con varias pasadas de reconocimiento y se dejará caer verticalmente sobre su “nido”, con unos movimientos  irregulares muy sorprendentes.
    ¡Chotacabras! ¿Donde viene ese nombre?
   En muchos casos, los nombres comunes con los cuales se les ha denominado a algunas especies de fauna, resultan ser muy descriptivos: Oropéndola, por su color dorado y nidos colgantes, pendulares; Cardelina,  por su gran afición a comer las semillas de los cardos, “Frailecico” (Collalba rubia), por su semejanza al hábito jesuita, blanco y negro; Piquituerto, por su pico cruzado etc.….
   En el caso del “Chotacabras” proviene de una mala observación debido a la falta de luz, por parte de los pastores, al suponer que su costumbre de revolotear y corretear entre el ganado, se debe a su afición por alimentarse también  de la leche. Nada más erróneo, pues en realidad lo que busca son los insectos atraídos por los numerosos excrementos.

El autor ante el Chotacabras bajo la flecha roja, perfectamente mimetizado.

   Su canto extraño también ha confundido a los montaraces habitantes que con sus leyendas han llegado a atribuirlo al canto de las culebras bastardas. Esto se debe, lógicamente, a la imposibilidad de una observación directa, a causa de su costumbre nocturna y su coincidencia con los primeros momentos  de calor que activan  a los ofidios de su invernal letargo.
   Poco más puedo contaros de este desconocido personaje de nuestras noches ya atemperadas, maestro del camuflaje.

Fotos del autor.

Manuel Ambou Terrádez




2 comentarios:

  1. Excelente tramajo Manolo, con buen reportaje fotografico y bien documentado.
    Un abrazo.

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  2. Muy desconfiado el pájaro... se lleva los huevos por si acaso. Bien por las fotos.

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